sábado, 29 de septiembre de 2018

Reseña: Mistborn #1-#3 de Brandon Sanderson




★★★★✩ Llevo una cantidad de tiempo ridícula sin atreverme a hacer esta reseña; aunque eso empieza a parecer más procrastinación que otra cosa. Pero es que esta trilogía es algo enorme. Y a lo mejor debería haber hecho reseñas individuales de cada uno de los libros cuando me los leí (hace ya un año; casi nada). Pero te los metes todos entre pecho y espalda de golpe, no sabes bien dónde acaba uno y dónde empieza el siguiente porque ha sido como un macro-volumen y lo vas dejando y cada vez es peor... Podría volver a leérmelos y así hacer la reseña con más fundamento, pero si he tardado un año y pico en ponerme con esta pues como que no parece que va con mi carácter. Solo doy gracias al Alex del pasado de haber dejado la puntuación puesta para que así no tuviese que juzgar ahora. 

Bien, Mistborn mola. Soy un fan de Sanderson gracias a esta saga. Así, de golpe. Fue lo primero que leí de él y ya me ganó ad eternum. Es un ejemplo de manual de cómo hacer una buena saga de fantasía. Ahora me meto con los detalles, pero si conocéis a alguien que tenga problemas con creación de mundos, o con sistemas de magia, o con secundarios, o con el ritmo de la novela pues que se lean esto. Son cosas que aquí se ve perfectamente cómo hay que hacer bien (alguna excepción que ahora comento). Si no quieres leer más de la reseña porque las mías son kilométricas y hoy en día da más pereza leer reseñas que ver un vídeo que es lo mismo pero con alguien contándotela —que a mí plín, que aquí no entra casi ni el tato, y yo que me alegro— quédate con lo dicho. Es la obra de fantasía arquetipo del nuevo siglo. 

Ahora al detalle. ¿Por qué fangirleo tanto con Mistborn? Porque tiene una profundidad enorme pero a la vez es increíblemente sencillo de leer. Y esto es algo que puedo trasladar, más o menos, a todos los aspectos del libro. Pero si tengo que empezar por algún sitio que sea por el sistema de magia. 

La Alomancia casi hace que dejase de leer el libro en el momento en el que se explica. Porque soy imbécil. Y no conocía a Sanderson. Pero más bien por lo primero. En el momento en el que el autor decide explicarte la Alomancia te lo hace en dos patadas. Todo de golpe. Y a mí me molestó. Abiertamente me pareció mal. ¿Dónde está el misterio, la mejora del personaje en el uso de esas habilidades, los matices...? Me parecía entre tosco y de mal gusto que te lo soltasen así, de golpe. Además era muy sencillo conceptualmente. Un número N de metales que están divididos en parejas y hacen cosas opuestas. ¿Dónde están los rayos y el fuego y hacer magia? Parecía la lista de poderes que se habían quedad sin entrar ni siquiera en la escuela de Xabier para jóvenes talentos
Pero luego la ves en acción. 
La Alomancia es el ejemplo clave de cómo hacer un sistema de magia duro hoy en día. Primero, porque los sistemas de magia blandos ya no se llevan. Y segundo porque es casi perfecto. El mejor ejemplo es con el Hierro y el Acero. ¿Qué superpoder tienen estos metales? Pues atraer o empujar metal. ¿Wiii...? Convertir la Pepsi en Coca Cola estaba pillado, claro. Menuda mierda de poderes... Hasta que los ves volar. Y la mecánica es muy simple. Funciona en nuestro universo exactamente igual. Se llama tercera ley de Newton, por si lo queréis buscar. La única diferencia es que si puedes ejercer esa fuerza a distancia y ofreces menos resistencia que la fuerza opuesta a la que estás haciendo pues te elevas. Por ejemplo lanzando una moneda contra el suelo y sigues empujando. Vuelas. ¿Y si no lanzas esa moneda al suelo sino que apuntas a alguien que está a unos metros de ti? Pues a lo mejor se la clavas en el cuerpo y vamos a intentar que salga por el otro lado. O si ves una cornisa de metal en la esquina de un edificio (es más dificil que se mueva ese edificio que alzarte tú), intentas atraerlo pero te acabas elevando tú. Es un poder increíblemente ridículo en concepto... Pero las aplicaciones son increíbles. Es el mejor sistema de magia duro que he visto (creo, es que la simpatía también mola muy mucho...).
Pero le pongo una pega que la parte de mí que está acostumbrada a juegos consiguió ver a pesar de estar enamorado del sistema. En lo que a balance se refiere, casca. Sé que los protagonistas tienen que parecer héroes a los ojos del mundo y del lector. Pero la diferencia de poder entre los Mistlings y los Misborn es demasiado grande. Es como condenarte de base a ser personaje secundario directamente. Parece que el propio autor se da cuenta en la segunda saga al darle un mayor peso a la Ferruquimia se dan unas combinaciones mucho más interesantes. 
Lo dicho, la Alomancia, aún con ese problema es el ejemplo perfecto de cómo construir un sistema de magia en las nuevas corrientes fantásticas. 

¿Pero de qué sirve un sistema de magia si no tienes quién lo utilice? Por suerte para los lectores, tenemos una cohorte de secundarios geniales que coronan a los personajes principales pero que no están necesariamente menos trabajados y solo son secundarios porque tienen menos tiempo en página y un menor peso en la trama (a veces, porque hay sorpresas). 
Tengo un problema a la hora de hablar de personajes en reseñas. Y es que siento que digo siempre lo mismo, porque si digo mucho más siento que me estoy adentrando en el terreno del spoiler. Así que no diré mucho más que que los personajes están bien trabajados, no os apeguéis de forma irracional a ninguno porque tienen libertad suficiente como para salirse a veces de sus roles y eso puede resultar chocante, y que cuidado con algunos secundarios que parece que están de relleno porque hay sorpresas. ¡Ah! Y que aquí están algunos de los minions de villano más escalofriantes de la fantasía en forma de los Inquisidores. ¡Y también que la plot-armor no se lleva demasiado hoy en día!

Y por último el mundo. Pero hablar del mundo de Sanderson es complicado, porque no existe el concepto de mundo dentro de cada una de sus novelas. Bueno, sí. Pero ese mini-mundo está dentro de algo mucho mayor que es el Cosmere; y es que al parecer el amigo Sanderson se ha vuelto un poco loco y ha decidido que todas sus novelas encajen dentro de un Universo con un origen y mitología común aunque no se parezcan en nada a primera vista y todo a partir de leyes y normas subyacentes que descubres poco a poco si te lees todas sus sagas pero que tampocoesrelevanteparaleersuslibrosdeformaiindividualy... Es complicado. No recomiendo meterte con el Cosmere hasta que hayas leído bastante más que yo (que llevo cuatro de Mistborn y Elantris) porque te comes spoilers. Pero el mundo de esta saga, por lo menos, es alucinante. Oscuro y lleno de matices y recovecos. Es un mundo que quiero seguir explorando aunque la otra saga de novelas no me está llenando igual que esta.

Lo dicho. Prácticamente todo lo que he dicho sobre su obra es que tiene capas. ¿El sistema de magia? Capas de profundidad. ¿Los personajes, el mundo? Lo mismo. Y aún así hay una cosa a la que le tengo que sacar punta (y no poca) antes de cerrar. El ritmo. 

La narrativa funciona genial. No es preciosa como lo puede ser la de Rothfuss o Le Guin, pero es buena. Es fluida, y rápida y muy dinámica. Las escenas de acción son de lo mejor que tiene y para los que no queráis unas descripciones casi naturalistas a lo Martin es perfecta para vosotros. Y lo que consigue esa narrativa tan sencilla es que no te pierdas en ella y te metas en una trama compleja y rica y entretenida. Una historia que simplemente engancha y te empuja a seguir leyendo. Así me metí yo los tres entre pecho y espalda. Y no sé cuánto quiero decir esto aquí porque mi temor absoluto a los spoilers que tengo desde el trailer de Los Vengadores me persigue; pero Sanderson resuelve las cosas demasiado apresuradamente al final de las obras. Me imagino que es intencional, y que eso le da un aire frenético a los desenlaces... Pero no va conmigo. Junta demasiado todo. En los tres hubiese agradecido 50-100 páginas extra para contar lo que hizo en menos de 50 (en el tercero un pelín menos, pero lo mantengo como norma general). Estoy intentando ser lo más vago posible en mi explicación pero quien haya leído el libro sabrá a qué me refiero. Me molesta tanto que sinceramente es lo que más aleja a este libro de entrar en la lista de favoritos de todos los tiempos (aunque en cierto sentido ya está ahí).

Mistborn es uno de los clásicos modernos de la fantasía. Si la fantasía más tradicional es El Señor de los Anillos, y Las crónicas de Narnia y más adelante Terramar; la fantasía de finales del s.XX es la alta fantasía hipertípica que bebe de DnD con Dragonlance y Reinos Olvidados y Eberron y luego rompe con Gaiman y Terry Pratchett; la del nuevo siglo es Sanderson y Rothfuss (para mí, y sí, con otros, pero no por encima). Leer a Sanderson es una forma excelente de iniciarte en Fantasía y aún así te va a encantar si simplemente eres un fan del género. Y eso es algo que muy pocos autores consiguen.

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